sábado, 4 de abril de 2020

DIARIO HUNDIDO HALLADO EN UN TEMPLO ICONOCLASTA


Desperté temprano sobresaltado con la idea de estar desconectado. Al principio, la inquietud de estos días, se desató aún más. Me quedé allí tirado sobre la cama, sumido en esa oscura velocidad del pensamiento para hilar cosas sin sentido. Según clareaba el día, me fue inundando un gran sosiego. Lo veía más claro que nunca. Ahora estamos todos desconectados como siempre, pero por otros medios. 
Por decirlo así, éste era un sueño esperado porque es un sueño que rompe fronteras. No se trata de un antes ni de un después. Se trata otra vez de lo mismo, que siempre juega a ser otro con disfraces proteiformes. Y ante eso, ¿qué?
Aún nos queda mucho que hacer. Aún estamos determinados por los dos vectores que rigen el destino: el vector resultante de todas las fuerzas que pugnan por la vida de un modo siempre precario y el vector de esas mismas fuerzas cuando persisten en ir tras la estasis en éxtasis mortificantes, en narcisismos de la causa o en la idea de una verdad absoluta, aunque esté permanentemente adulterada por todos los efectos secundarios habidos y por haber. 

Aristóbulo
El duro deseo de pelar
Permanencias, Firenze, 1324

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