lunes, 25 de octubre de 2021

LÓGICAS PITAGÓRICAS (2)

 Misterios

Demócrito reía mientras Heráclito lloraba. Esa era la norma. Así se sabía en toda la Hélade. Y cada uno vivía contento con su ser. Ellos ni habían hablado nunca en sueños ni conocían su mutua existencia aunque, sin saberlo, uno lloraba las risas del otro y viceversa. Hasta que en una ocasión se encontraron bajo la sombra tenue y fresca de un sicómoro olivado perdido en el camino de Eleusis, adonde uno iba y el otro regresaba. Apenas hablaron, pero, según se dice, de allí salieron transformados el Uno en el Otro y este en aquel. A partir de ese instante luminoso ambos cambiaron también su nombre por el de Empédocles.

Hipócrates, que iba tras la senda volcánica de ambos, con todo lo que sabía, nunca pudo diagnosticarles absolutamente  nada. Ni siquiera una simple desdobladura por partida doble, como llamaban entonces vulgarmente a la melancolía ciclotímica entre pares. A partir de aquél encuentro entre psicómoros ya olvidados, caminaron solitarios otra vez, cada uno con su risa y cada otro con su pena.

Fue en esas fechas cuando los griegos empezaron a considerar a las máscaras personas. 


Aristóbulo

In medias res

Mis antecedentes

Ed. Gloria in excelsis, Tamanrasset, 

cuarentisiete de juliembre de dosmilipico.

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