miércoles, 22 de junio de 2016

EL GRUPO Y EL INCONSCIENTE


LA MASA ES INCONSCIENTE

¿Freud + Canetti? Personalmente no lo tengo muy claro, pero no estaría mal para empezar.
Soy de la opinión de que sin Freud no puede entenderse nada de lo que sucede en un grupo. Por más neuronas espejo que interponga la neurociencia con su manifiesta werwefung (forclusión, rechazo absoluto de entrada en el discurso) de Lacan y su estadio del espejo y todo el desarrollo ulterior acerca de lo que el descubrimiento encierra.
Para Freud y para él, el Ideal indica una figura socializante, una manera de manejar lo innombrable alojado en el núcleo de nuestro ser de hablantes (hablentes). Pero también, el Ideal es algo que sólo vela Eso execrable que tiene dos caras: objeto que dirige como una zanahoria a la pulsión y objeto que causa el deseo. Puede ser algo mortificante o aquello que nos enchufa a la vida a través del deseo.
Sucintamente, para Freud grupo y masa coinciden y consiste en :
1.- La identificación con el líder, al ocupar éste el lugar del Ideal del Yo. Esta identificación ordena los:
2.- Los fenómenos de amor, los lazos de cohesión entre los integrantes de la masa o grupo (una identificación horizontal, entre los iguales). Son, evidentemente, lazos amorosos “inhibidos en su fin” o sublimados que hacen que, en el interior de la masa o grupo, se desdibujen las diferencias sexuales. Cuanto más cohesión muestra el grupo, menos sexualidad manifiesta (Dos masas artificiales, la iglesia y el ejército). Excepto los hoplitas tebanos (del batallón sagrado). Esta excepción es tenida en cuenta por Freud, de una manera excepcional, al describir a la familia cómo célula de todo lo esencial revelándose, no obstante, como una fuerza profundamente antisocial: dentro de las puertas de una casa, sus integrantes desafían en la intimidad todas las leyes del Estado (Bienvenido a la república independiente de mi casa, uno puede tirarse peos, andar desnudo, masturbarse mutuamente con la pareja, por supuesto, follar de cualquier forma o manera y número de veces que quieran y puedan. Por no decir nada de todo lo relacionado con la comida o las heces).
3.- Los fenómenos de odio (lo último pero tal vez lo más importante) : todo grupo o masa se fundamenta en la exclusión de un algo que no tiene cabida en la conciencia grupal. Ese algo desplazado hacia otros ideales o semejantes (generalmente identificables por un rasgo considerado extraño: justamente se les considera una forma de apropiarse del goce que falta a la masa o bien que exhiben una forma de hacerlo que repugna al grupo [comer o no comer cerdo, rasgos sociales del goce] que se encarnan como amenaza hacia el grupo). Odio radical hacia lo que entrañe una amenaza exterior, cuando en realidad esa amenaza habita en el interior del grupo y de cada uno de sus integrantes. Freud se muestra claro cuando habla de la “religión del amor” (sin olvidar nunca que la etimología de religión es re-ligare, volver a unir, volver a recuperar lo que nos falta, el goce perdido (todas las religiones son nostálgicas y utópicas). Para ello, Freud inventa el último mito fundacional: se quiere recuperar el goce perdido a través de la identificación con el Padre originario que fue asesinado por la horda de hermanos que aspiraban, cada uno, a ocupar su lugar. Crimen inútil, porque deben repartir la herencia y no tenerla toda. Hay nace, dice Freud, toda moral, como culpa, y la ley fundamental. Un padre odiado y ahora amado gracias a la re-ligión. Un padre, dicho sea de paso, si leemos los Testamentos, un padre amado y temido, un padre amoroso y terrible (Véase el sacrificio de Isaac, o los tormentos a los que sometió a Job sólo para poner a prueba su fe), un padre del estrago, un padre caprichoso como se muestra en el Génesis, en el trasfondo del crimen desplazado de Caín, el primer crimen desplazado de la historia escrita (crimen que puede verse como sucedáneo de la muerte del padre, inmolando en su lugar al hermano).
Para terminar, recordar que Freud estableció un paralelismo entre la religión y la neurosis colectiva; aquélla como neurosis colectiva y ésta como religión del obsesivo. Hay continuidad entre individuo/grupo, masa o sociedad: el Otro (social, familiar) está ya presente en la constitución del sujeto. Con Lacan se puede expresar diciendo “lo colectivo no es nada sino sujeto de lo individual”.
“La religión del amor universal”, la que busca la unión ecuménica de todos a través del amor a Cristo, de pronto está presta para tornarse violenta y brutal con lo que da fuera de ella (cruzadas, inquisiciones, genocidios y holocaustos, como le quieran llamar). Me resisto a decir Shoa, y prefiero holocausto, porque este último tiene las mismas connotaciones pero sin la fundamental. Esta vez no se trata del sacrificio de los hijos de Israel sólo, sino del sacrificio a lo que Lacan denomina los dioses oscuros, los mismos de los que Moctezuma decía: “Los dioses tienen sed” [véase la obra homónima de Anatole France].
Así pues, en la constitución de un grupo hay que tener en cuenta: un líder-padre que favorece el amor entre sus miembros y un afuera del grupo que recibe los golpes, un enemigo (Triada E: extraño, extranjero, enemigo). El grupo es inconsciente porque de todo esto no sabe ni quiere saber nada. Aunque a veces se nieguen de manera explícita las manifestaciones del odio, eso no les impide existir.
Vean por donde va ya la cosa, el líder del grupo ocupa exactamente el mismo lugar que el padre amado y terrible. Sí. Por eso, los fenómenos de masa encierran siempre un serio riesgo. ¿Cabría pensar en un nuevo grupo de sujetos desidentificacdos, que no quieran recuperar nada de lo perdido, porque la pérdida forma parte de la vida misma, y sólo hay que vivirla? Hay que intentar ser sujetos con un deseo inédito y decidido. Inédito porque es singular, y decidido exactamente por lo mismo...pero sin hacer grupo en el sentido desarrolado aquí.

Próxima o futura entrega: ¿Son los “equipos de trabajo” grupos? ¿Qué creen ustedes? La mayoría obedecen a un ideal exigente e insaciable: la eficiencia que quiere más con menos y cada vez más con muchísimo menos. A esa trampa se le llama "pactar objetivos". ¿El líder-padre? La mayoría ha hecho un vergonzoso máster donde también se estudia el liderazgo y la estrategia (cuya etimología es ganar, vencer). Ejecutivos agresivos, se decía hace unos años. Pues sí, por más que pongan el bien común por delante (vean la ambivalencia: vamos a sacar a España del agujero negro que nos dejaron, pero van a tener que pagar ustedes porque han vivido por encima de sus posibilidades, etcétera, etcétera). Para ser líder hay que diseñar un protocolo curricular para la función. Meritocracia, le llaman. Se hacen pruebas, exámenes, para garantizar que gane el mejor entre los mejores. Las valoraciones son “objetivas”, medibles, evidentes, y por supuesto, no se admite a nadie que diga un “no sé” o muestre duda. Se buscan “asertivos”, adjetivo en el que se incluyen desde Pepito Grillo hasta Franco, Amancio Prada, Hitler y Mussolini, Bill Gates, Zipi y Zape, Idi Amin Dadá, Pol Pot, Stalin y tantos otros, pasando por todos los que, en privado y en público, tienen como divisas las verdades del Marqués de la Palice y del Conde Pero Grullo.
Por cierto, a lo hora de ser “los mejores” (¿ante los ojos del padre examinador?) todo dios esgrime su titulación. ¿Y quien no la tiene no vale? Hasta los de Podemos se ponen el birrete de la indignidad universitaria... ni que eso garantice nada.
Dentro de poco, lo digo en serio, se harán oposiciones para ser escritor o pintor. Por ahora, sólo los músicos tienen que pasar un examen para tocar en el metro. Al menos que yo sepa. Las sociedades de las libertades basadas en el control de las garantías tienen estas cosas. Luego va alguien y se escandaliza con los Das auto alemanes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario