miércoles, 22 de junio de 2016

TELÉMACO Y EDIPO. COMENTARIO.

Este es un comentario sobre dos personajes tal como aparecen contrastados en una publicación de Massimo Recalcati*. Como sabemos, Telémaco y Edipo son dos personajes literarios de la Grecia Antigua y de la Clásica respectivamente. Se trata de ver la relevancia que cada uno tiene, como paradigmas humanos o no, en relación con sus respectivos dramas subjetivos y sus posiciones diferentes en ellos. 
En primer lugar, me gustaría respetar el orden cronológico de ambos personajes, es decir, su interrelación estrecha con la subjetividad de sus respectivas épocas. No es lo mismo la Grecia Antigua contada por Homero (donde se pasa con la Ilíada a la Odisea de la cultura de la vergüenza a la cultura de la culpa, según E.R. Dodds), que la cultura clásica representada por Esquilo, Sófocles y Eurípides. En la Grecia Clásica, la pérdida de la influencia determinante de los dioses en los asuntos humanos dio lugar a la responsabilidad de un nuevo hombre solo y, sin el explícito y determinante auxilio de ninguna divinidad, con la posibilidad del error trágico en el uso de la nueva libertad. De un nuevo hombre cuya vida no se explica sin el individuo -sus pasiones y deseos, y por tanto sujeto a errores-, y su relación con la polis y sus leyes, a las cuales está obligado por obediencia y honor.
Telémaco cada mañana sale a otear el horizonte marino para comprobar si su padre, Ulises, regresa a por fin a su casa, a su reino de Ítaca. Recalcati reclama para él, con su acto de escrutar el mar, una invocación al padre, una inscripción simbólica en el reconocimiento de su condición de hijo (aún no conoce a su padre, apenas guarda recuerdos de él) para estar en condiciones de ocupar su lugar en la estirpe a través de la herencia. Digamos que en ese sentido no reconoce a su padre, ni éste a él. Edipo tiene un arranque similar: él sí tiene padre, pero quien cree que lo es no lo es, porque su padre, Layo, ordenó su muerte recién nacido ante el temor de ser destronado por él (profecía de Tiresias). Dado en adopción mediante figuras paternas desdobladas (sirvientes y pastores), cada vez más amables, hasta recalar como hijo en la familia del Rey, en el reino colindante al de su padre biológico.En ese sentido, tampoco conoce a su padre. Pero lo tiene y no lo quiere reconocer. Advertido por Tiresias (otra vez él) de su aciago destino según el cual matará a su padre y será esposo de su propia madre, de la que engendrará hijos a su vez, huye horrorizado de la revelación para impedirlo. Pero, a pesar de su esfuerzo, termina cumpliendo su destino: dando muerte al padre sin saberlo, en la famosa encrucijada de caminos donde se  enfrentan padre e hijo, cada cual con su insolencia. Llegado a Tebas y tras resolver el enigma de la Esfinge para salvar la ciudad sometida a desgracias, completa la profecía casándose con la reina viuda como derecho del héroe salvador de la urbe. Cuando descubre su error  por Tiresias (de nuevo) se arranca los ojos porque no le sirven para ver la verdad. De alguna manera, lo trágico está en que Edipo, ya esposo, padre y rey, termina pagando su pecado al descubrir cual es su lugar en la tragedia. Esa es su herencia maldita, su inscripción simbólica pasa por la muerte del padre. Estamos pues con Freud. 
Telémaco invocando la presencia del Padre se nos presenta casi como un muchacho tristón y cobarde que espera la llegada de un ideal que le ordene su caos interior. Su posición tiene rasgos de voyeurismo, viendo cómo los pretendientes rondan a su madre. Una madre que, encerrada en su cuarto, teje y teje la urdimbre del la función del padre ausente. Mientras él, se sumerge en la duda hamletiana pero espera que sea su padre quien resuelva la situación, en la cual, Telémaco y su deseo están implicados. En este sentido, se podría decir que Telémaco es un histórico precursor de Edipo, alguien que no se plantea la lucha con el padre porque no se ha hecho presente, ni tiene comprometida su filiación simbólica por ninguna  profecía funesta.


___________________________________________
* M. Recalcati, El síndrome de Telémaco, padres e hijos tras el ocaso del progenitor. Anagrama, Barcelona, 2014







No hay comentarios:

Publicar un comentario