Sólo los idiotas se hacen caso a sí mismos, pero como la idiotez es contagiosa, se imantan de los otros-sí-mismos y hacen lo propio con ellos.
José Bergamín escribió algo en alguna parte sobre la mentecatez, considerándola la verdadera enfermedad (mental, supongo) por excelencia, por mortal y epidémica. De este modo terminan todos los idiotas alimentándose de bulos. Por eso se les ve tan obesos, obscenos y obsesos.
Hace poco pasaron por mis ojos los Cuentos Completos de Susan Sontag. De uno de ellos, 'Declaración', extraje este recordatorio que llevo bien guardado en mi portafolías:
"Yo, Sísifo. Me aferro a mi roca sin necesidad de que me encadenéis. ¡Quietos! La hago rodar hacia arriba, arriba. Y...allá
vamos. Mirad, empiezo a hacerla rodar nuevamente hacia arriba. No intentéis disuadirme. Nada, nada podría arrancarme de esta roca."
Aristóbulo
Mayo de 1918
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