Así llamo a una especie de pecio literario, es decir, un verdadero "náugrafo" que se resiste con contumacia a sucumbir al olvido. Esto sin olvidar que el olvido es, en primer lugar, la mejor modalidad del recuerdo, precisamente porque siempre quedan pecios sueltos.
No sé si son ontológicamente posibles. No me he puesto a ello. Aunque todo me indica que sólo son pensables topológicamente, porque son del color y la forma del topos.
Aristóbulo