Todos
estaremos de acuerdo en un sueño común: que EE.UU es el país de
los sueños. Allí se aloja el sueño más usual de los mortales: el
sueño de la paz y de la prosperidad. EE.UU ha pasado a representar
el país donde todo es posible, el país donde hasta lo imposible
puede conseguirse. Pero hay pocas voces que hablen de la desnudez del
rey diciendo ¡Eso es imposible! Porque lo imposible, por definición,
no puede ser nombrado por desconocido y, además, no es posible
hacerlo de ninguna manera. Pero al parecer ellos creen, y a veces
muchos de nosotros con ellos, que sí lo pueden hacer y van y ponen
su nombre y su bandera para nombrar toda esa posibilidad real de lo
imposible. Como botón de muestra, tenemos en Hollywood un escaparate
de imágenes, una suerte de catálogo de las metáforas latentes en
todos esos sueños que retrata.
Ésta
sería la parte más visible y nombrada del país. Bueno, podemos
poner en serias dudas lo de la visibilidad, porque en el cine de
Hollywood como metonimia de todo un país, con el laleo del
todo-es-posible-si-tú-te-lo-crees-y-luchas-por-ello-como-se-lucha-contra-el-cáncer,
también se hacen muy visibles las pesadillas de la amenaza constante
al sueño de paz y prosperidad. No son otra cosa que los monstruos
visibles creados por la razón que sueña con la posibilidad de lo
imposible.
Esta
paradoja ocurre incluso en el seno mismo de ese sueño, donde paz y
prosperidad van de la mano de monstruos y fantasmas que aparecen,
como en todos los sueños, disfrazando los deseos y los objetos
temibles que los causan, provocando cuando se realizan las mayores
catástrofes que puedan imaginarse. Y esto Hollywood y la casa encalada lo imaginan a tutiplén. Lo peor es que sabemos que si los sueños se
cumplen es que ya estamos en la dimensión de lo siniestro y del
horror que entraña. De tanto soñar la amenaza como si fuera un
deseo, los sueños terminan por cumplirse.
De
tal modo que cuanto mayor es la probabilidad de que se realice lo
siniestro en acto, también aumenta la algarabía de confetis, luces,
colorines, banderitas, bailes...y las tonadillas la-la-lá del América
first
con el trasfondo amoroso del todo es posible. Pero siempre es un
escenario múltiple, un escenario mixto de barbarie y de “cultura”
que diría W. Benjamin. Lo luminoso, dorado y brillante junto a un
desierto enorme lleno de alambres de hormigón armado.
¿No
son también dos caras de la misma moneda, con una cara que
escenifica una farsa de odioamoramiento, y la otra donde se capta la
univocidad entre demócratas y republicanos atrapados en el mismo
sueño, sin cambiar nunca de canción?
¿En
EE.UU sólo se habla el La
la land,
la lalangue, la
lalengua de
lo Uno?
¿Puede
lo Uno asimilar a lo Múltiple?