jueves, 2 de marzo de 2017

HOLLYWOOD, LA TIERRA DE LALENGUA

Todos estaremos de acuerdo en un sueño común: que EE.UU es el país de los sueños. Allí se aloja el sueño más usual de los mortales: el sueño de la paz y de la prosperidad. EE.UU ha pasado a representar el país donde todo es posible, el país donde hasta lo imposible puede conseguirse. Pero hay pocas voces que hablen de la desnudez del rey diciendo ¡Eso es imposible! Porque lo imposible, por definición, no puede ser nombrado por desconocido y, además, no es posible hacerlo de ninguna manera. Pero al parecer ellos creen, y a veces muchos de nosotros con ellos, que sí lo pueden hacer y van y ponen su nombre y su bandera para nombrar toda esa posibilidad real de lo imposible. Como botón de muestra, tenemos en Hollywood un escaparate de imágenes, una suerte de catálogo de las metáforas latentes en todos esos sueños que retrata.
Ésta sería la parte más visible y nombrada del país. Bueno, podemos poner en serias dudas lo de la visibilidad, porque en el cine de Hollywood como metonimia de todo un país, con el laleo del todo-es-posible-si-tú-te-lo-crees-y-luchas-por-ello-como-se-lucha-contra-el-cáncer, también se hacen muy visibles las pesadillas de la amenaza constante al sueño de paz y prosperidad. No son otra cosa que los monstruos visibles creados por la razón que sueña con la posibilidad de lo imposible.
Esta paradoja ocurre incluso en el seno mismo de ese sueño, donde paz y prosperidad van de la mano de monstruos y fantasmas que aparecen, como en todos los sueños, disfrazando los deseos y los objetos temibles que los causan, provocando cuando se realizan las mayores catástrofes que puedan imaginarse. Y esto Hollywood y la casa encalada lo imaginan a tutiplén. Lo peor es que sabemos que si los sueños se cumplen es que ya estamos en la dimensión de lo siniestro y del horror que entraña. De tanto soñar la amenaza como si fuera un deseo, los sueños terminan por cumplirse.
De tal modo que cuanto mayor es la probabilidad de que se realice lo siniestro en acto, también aumenta la algarabía de confetis, luces, colorines, banderitas, bailes...y las tonadillas la-la-lá del América first con el trasfondo amoroso del todo es posible. Pero siempre es un escenario múltiple, un escenario mixto de barbarie y de “cultura” que diría W. Benjamin. Lo luminoso, dorado y brillante junto a un desierto enorme lleno de alambres de hormigón armado.
¿No son también dos caras de la misma moneda, con una cara que escenifica una farsa de odioamoramiento, y la otra donde se capta la univocidad entre demócratas y republicanos atrapados en el mismo sueño, sin cambiar nunca de canción?
¿En EE.UU sólo se habla el La la land, la lalangue, la lalengua de lo Uno?
¿Puede lo Uno asimilar a lo Múltiple?