lunes, 5 de marzo de 2018

EMBLEMA SONORO


Cuando crecí, la música de fondo era toda aquella cutrez. La marcha real estaba por todas partes. En la radio, en los altavoces de las plazas en las fiestas públicas, en los numerosos desfiles... Como insignia constantemente repetida de la patria.
Pero fue en 1964 cuando nací de verdad. En aquella mañana epifánica, cambié la marcha por All Day and All of The Night. Con ello cambié también el diospatriaicaudillo de la tradición por God Save The Kinks!
De súbito me hice agnóstico, dispéptico y paralítico mental para mis superiores, como se decía entonces. Y empezaron a pasarme cosas. Como por arte de magia la repetición tuvo su primer gran eclipse. Era la vida, 'el suave menoscabo de la vida'.
Y aún sigo.


Aristóbulo
Biografía del auto
Cap. IV, 'Música y vida'

viernes, 2 de marzo de 2018

DELIRED

(19 de levrero de 2018)
Llegado un momento, los peces se exaltaron tanto con sus capacidades que enloquecieron por el propio embeleso extasiado de sí mismos y de sus despojos. En su loco desvarío, ya sin techo, inventaron las redes para contenerse con la diversión...y se enredaron tanto en su construcción que se olvidaron de su condición de peces que ya no respiraban por branquias, por lo que fueron pescados fácilmente al caer en las nasas y en las redes, propias de la candidez más absoluta. A partir de ahí, empezó a notárseles un entontecimiento de tal envergadura que sólo pensaban y decían  despropósitos, llegando, esto es lo peor, a olvidar cómo debían respirar para no ahogarse al tirarse a la turbia piscina.
Hay quien echa la culpa de esta tontería proteica a la pasión  desarretada que arrastra a los enunciados, escritos más allá de la sintaxis, y al hallazgo de una semántica derivada de la prosodia ortopédica del sinsentido.
En esas redes de auto captura, dicen que de forma involuntaria y evidente, podemos encontrar de todo, desde ositos panda triturados y muertos por los cuchillos de la exigencia, hasta serpientes redivivas con las caras escondidas tras la simulada mocedad de las letras y del estilo. Podemos encontrar también todas las pasiones tristes bajo la mascarada  de la falsedad y de la verdad ―en estricto sentido lógico―, donde se puede decir cualquier cosa con apariencia de vero o inverosimilitud. A fin de cuentas, da igual. Así, encontramos mascaradas de amor que van desde la adulación pusilánime de palabras pegajosas y la sumisión asombrada ante no se sabe qué, hasta grosellas podridas por el virus del neologismo en inglés con que estas generaciones nombran sus entelequias. Como no podía ser menos, también encontramos la excitación trigeminal del odio, amén de las perogrulladas de las almas, ya sean las que estén en pena o enredadas en la belleza  propia o tengan la pasión del martirio y luchen por las causas que llaman perdidas (se mire como se mire, esto es una verdad como una catedral). Me refiero a  los yomimeconmigo con sus espejitos de mano y de bolsillo todo el rato; a los kamikazes que se inmolan en tres o cuatro palabras sin retorno; a los imbéciles atados al sentido común como si fuesen catedráticos; y a los voyeuristas y exhibicionistas embobados en las imágenes y miradas propias y ajenas...
También los hay que comparten ilusas ilusiones y hacen planes, unos  apegados a la información vana y aquellos otros que siguen sin saber elegir entre la senda de la sabiduría o la de la mentecatez. 
No... si todo esto puede estar muy bien, sí, pero no me negaran que el panorama es desolador. 
Pero ¿por qué sucede todo este desvarío tan acéfalo como generalizado? Tal vez sea porque “detrás de todo exceso siempre hay una pérdida”*. 
Creo que así se puede apocopar lo que puede verse y leerse a diario en las deli-redes. A toda hora, sin distinción entre el día y la noche, sin descanso...¿no se huele el hedor de los cuerpos quemados por el napalm pulsional desparramado tras tantas imágenes y palabras que se quedan en el olvido de ayer, de hace un rato o de un incierto mañana?
Da igual porque todo se repite cada día. Estamos en la locura generalizada, en la época del deliryo como sede universal de aquella**. 
Tal vez el verdadero problema no es tanto el tipo de pescado que hay en la red, sino qué lugar viene a ocupar la red misma, con su cómo y su porqué. ¿De qué es sucedáneo? ¿Del cuerpo a cuerpo, del cara a cara? 

Aristóbulo
Delirio en las redes, las redes delirantes.

Notas___________________________________
  * Aphoría de mi amigo Segundo Manchado
**Como decían V. Mira y J. A. Miller.